Come y bebe, te dirá, pero no te lo dirá de corazón. Proverbios 23:7
Por nuestra forma de hablar, cualquiera diría que somos víctimas de nuestros pensamientos.
No me hables, decimos. Estoy de mal humor. Como si el humor fuera un lugar al que nos asignan (No puedo llamarte. Estoy en Bosnia), en lugar de una emoción que permitimos.
O decimos: Mejor ni le hables. Amaneció de malas. ¿Acaso estar de malas es algo que tenemos? ¿Igual que un resfriado o una gripe? ¿Somos víctimas de las bacterias emocionales de la temporada o tenemos alguna opción.
Pablo opina lo siguiente: Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5).
¿Puedes percatarte de la jerga de campo de batalla que hay en este pasaje: Llevando cautivo todo pensamiento y obediencia a Cristo? Nos da la impresión de que nosotros somos los soldados y los pensamientos son los enemigos. Nuestra tarea es proteger el barco y negar la entrada de pensamientos basura. En cuanto aparecen en el muelle tenemos que entrar en acción. Tenemos que declarar: Este corazón le pertenece a Dios y tú no vas a subir a bordo hasta que no cambies de dueño.
Escrito por Max Lucado