La misión fundamental de los padres es entrenar a los hijos para enfrentar la vida con acierto. Para esto se requiere balancear el amor, el respeto, y los límites. Este proceso permite a los hijos crecer en disciplina, que es el proceso para adquirir autonomía, autocontrol y comportamientos socialmente aptos para relacionarse con los demás en forma adecuada.
Ganarse el respeto no es algo que se impone sino es algo que se GANA por medio del ejemplo.
Esta primera batalla del respeto hay que ganarla cuando tienen solamente 2 años.
¿Cómo podríamos definir la palabra respeto?
El respeto se gana, no con severidad, no con enojo, sino ejerciendo un liderazgo que inspire confianza, donde las normas están claras, donde la autoridad está clara, y donde yo puedo hacer la diferencia entre la anarquía y el orden. Ahí yo gano el respeto. El respeto no es algo que se impone, el respeto es algo que se otorga y se otorga a partir que hay un liderazgo respetado.
¿Cuál es la misión específica de los padres de familia?
Es ganar el respeto de sus hijos y guiarles por el viaje de la vida con acierto. Para esto se requiere el arte de balancear el amor, el respeto y los límites. Es un proceso de disciplina. Por cierto la disciplina ayuda al niño a alcanzar autonomía, al autocontrol, los comportamientos sociales aptos para relacionarse con los demás de forma adecuada.
En la parte de respeto es necesario que aprendamos y también enseñemos de una forma adecuada, ¿Como los niños deben respetar a sus hermanos, amigos y a ellos mismos también.?
No es fácil, la rivalidad entre hermanos siempre va a existir. Hay que enseñarles a pelear saludablemente. Enseñarles a no brincar los límites. Acá es el arte de fijar límites claros previamente. Llegar a lo que he llamado contratos con nuestros hijos. No tenga miedo de hacer contratos con sus hijos, no piense que es perder autoridad.
Nosotros tenemos que recordar que guiamos a los niños de la dependencia absoluta a la independencia absoluta y tienen que pasar por los caminos necesarios donde ellos se vean en el privilegio de ir construyendo un criterio propio. Cuando hablamos de la dependencia a la dependencia, es que tenemos 18 años para enseñarles, que el sepa quién es, cuánto vale, cómo comportarse frente a los demás, desarrollar las normas de urbanidad, las normas sociales, enseñarle a manejar las emociones impulsivas, enseñarle a respetar la autoridad. Hoy nosotros representamos la autoridad: El policiía de tránsito, el jefe de mañana, el gobierno. Y si nosotros no le enseñamos, crecerá incapaz de seguir normas, instrucciones. Este es el arte. A los 17 años deciden su carrera. Su hijo no puede venir a los 17 años y decirle ¿papá como siempre has decidido por mí, que carrera estudio? En ese momento, él tiene que estar empoderado, él tiene que saber quién es, hacia adónde va, comenzará a decidir quiénes serán sus amigos, comenzará a definir quién se convertirá en su cónyugue con quien compartirá el resto de su vida. Para esto deberán sentirse seguros. La disciplina les ayuda a esto. El respeto les ayuda a ellos a establecer relaciones pacíficas con ellos mismos y con los demás.
Siempre estamos pensando en que si yo recibo también tengo que dar, en esto del respeto también es muy importante cuando los hijos ven lo que los padres hacen. ¿Qué errorres pueden estar teniendo los padres que por un lado les enseñan el respeto, pero por otro lado sus comentarios, sus actitudes y reacciones ante la vida, es todo lo contrario?
En primer lugar, si yo exigo respeto, debo respetar. Y debo respetar a mis hijos, en su integridad, en si vida como ser humano, en su privacidad, lo que le pertenece, su ropa, yo no puedo regalarla, sus juguetes yo no puedo disponer de ellos arbitrariamente, tengo que aprender a respetarlos. Igualmente debo respetar a la madre o al padre con quién comparto. Yo no puedo exigir que ellos respeten a la madre si yo no la respeto. Por lo tanto debe ser algo que primero se aplica a mí mismo.
Disciplina viene del mismo vocablo de discípulo, lo que hace es ayudar al hijo a comprender la vida y a juzgar la vida por sí mismo teniendo un criterio propio y aprendiendo a desarrollar las habilidades necesarias que me permitan tener una relación social saludable. Por lo tanto, disciplina, inspira respeto. Discípulo es instruirlo para la vida, la meta con el discípulo es educarlo, formarlo, inspirar un espíritu libre, capaz de volar por sí mismo, enseñarle a tener un criterio propio.
Esto nos lleva a responder la pregunta, por qué, por qué no?
Aunque en ese momento no se pueda hablar con él, trátelo como un ser humano inteligente, capaz de discernir, capaz de interpretar, cuando razonamos con ellos, les tratamos con respeto, ellos son capaces de comprender lo que significa este término tan importante.
¿Qué hacer cuando los hijos van perdiendo ese respeto por sus padres? Quizás por la edad, por la etapa en la que se encuentran, por la influencia de amigos, qué pueden hacer los padres?
Cuando los padres son débiles a la hora de ejercer autoridad, ceden fácilmente ante las presiones, amenazas y manipulaciones de sus hijos, allí van perdiendo el respeto. Cuando la autoridad está dividida y se boicotea entre ellos, como por ejemplo: tome esto pero no le diga a su mamá, no no le pida permiso a su mamá, ella es tonta. Aquí tenemos un problema cuando la autoridad está dividad y por lo tanto van a intentar boicotearla, subestimando al padre o a la madre que está siendo boicoteada a un segundo plano.
Los padres debemos estar unidos, integrados a la hora de ejercer la autoridad, debemos respetarnos mutuamente y ejercer una autoridad unificada. Cuando los progenitores nos irrespetamos mutuamente, en ese momento ellos aprenden a irrespetar a uno de los dos. Cuando el progenitor abandona el hogar y los hijos experimentan un sentimiento de abandono y no pueden comprender porqué tienen que respetar a alguien que no respetó la palabra que dió. En ese momento van a enfrentar una crisis, no es fácil, principalmente cuando el padre que se va hace promesas y no cumple. Será fácil para ellos irrespetarle. Aquí hay que cuidar esa línea de no hablar mal del cónyugue que se fue, de cumplir los acuerdos a los cuales hemos llegado y sobre todo cumplir las promesas que hacemos, para ganar el respeto de nuestros hijos. Cuando los padres agreden a sus hijos y ellos aprenden a temer a sus padres, puede que le tengan miedo, pero ya no le tienen respeto. Y en el momento que los hijos crecen, van a tratar a los padres, de la misma manera en la que ellos fueron tratados y esto es un principio de vida. Lo que yo doy un día se me devolverá a mí. Lo que damos se nos regresará. Aquí tenemos que sanar el corazón de los hijos. Hay muchos hijos heridos que quieren vengarse de sus padres porque fueron agredidos por ellos porque fueron lastimados o abandonados.
Por eso si queremos mantener el respeto de nuestros hijos tenemos hoy que respetarlos y tratarles con cuidado.
Otro momento cuando los hijos pierden el respeto por los padres, es cuando ellos han crecido en conocimiento y en éxito, olvidando que quien abrió camino para ellos fue el padre valiente que trabajó incansablemente y aquella madre valiente o aquella abuela que lo crió, para ayudarle a terminar sus estudios, y hoy cuando el hijo alcanza el éxito, no puede olvidar quién abrió camino para el llegar donde ahora está. Cuando los adultos se comportan como si fueran iguales a los jóvenes y esto es muy común entre padres jóvenes queriendo congraciarse con sus hijos adolescentes, se comportan ellos como adolescentes, hablando como adolescentes y actuando como adolescentes, no hay nada que haga perder más el respeto de un joven hacia su padre cuando su padre no sabe componer la compostura de un adulto. Por lo tanto es importante que podamos medir, cuáles son los cosas que están conduciendo a que nuestros hijos nos irrespeten a nosotros.
Recordemos:
Nosotros representamos la autoridad, el policía de mañana, el jefe de mañana, representamos el gobierno, representamos toda figura de autoridad. Si nosotros perdemos el respeto de nuestros hijos, ellos tendrán problemas sociales en el futuro, porque no sabrán respetar la autoridad.
Escrito por Sixto Porras