Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre. Hebreos 10:10
El hombre por sí mismo no puede lavar su propia culpa. Necesita ayuda externa. Para perdonarse a sí mismo necesita recibir el perdón de aquel al que ha ofrecido. Sin embargo, el hombre es digno de pedir perdón a Dios.
Esa es entonces, la razón de la cruz.
La cruz hizo lo que los corderos del sacrificio no podían hacer. Borró nuestros pecados, no por un año sino por toda la eternidad. La cruz hizo lo que el hombre no podía hacer.
Nos otorgó el derecho a hablar, a amar y a vivir con Dios.
Esto no puedes hacerlo por tus propios medios.
No importa cuántas veces vayas a la iglesia, o cuántas buenas obras hagas, tu bondad no alcanzará. Nunca serás lo suficiente bueno como para merecer perdón. Nadie logra batear mil bolas. Nadie logra las trescientas chuzas. Nadie. Ni tú, ni nadie.
Por esto necesitamos un salvador.
Escrito por Max Lucado