Somos hechura de Dios. Efesios 2:10
Hace más de cien años, unos pescadores intercambiaron anécdotas de pesca en el comedor de una posada junto al mar en Escocia. Uno de ellos hizo grandes gestos para describir el tamaño de un pez que había escapado. Su brazo cayó sobre la bandeja del té que llevaba la criada y la tetera salió volando hasta pegar contra la pared, donde su contenido dejó una mancha indefinida de color marrón. El dueño de la posada examinó el daño y se lamentó: Voy a tener que volver a pintar la pared.
Talvez no, surgió un extraño. Permítame trabajar en la pared.
Como no tenía nada que perder, el propietario aceptó la oferta. El hombre sacó lápices, pinceles, óleos y pigmentos de su maletín de artista… Después de un tiempo, empezó a surgir una imagen definida: Un gamo de cornamenta formidable. El hombre puso su firma en la parte de abajo, pagó su comida y se fe. Su nombre: Sir Edwin Lanseer, famoso pintor de la vida silvestre.
En sus manos un error se convirtió en una obra maestra. Las manos de Dios hacen lo mismo, una y otra vez. Él pinta encima y alrededor de los borrones dislocados de nuestra vida y los convierte en una expresión hermosa de su amor.
Escrito por Max Lucado