Se alejó a una distancia como de un tiro de piedra, se arrodilló y oró: «Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía». Entonces apareció un ángel del cielo y lo fortaleció. Oró con más fervor, y estaba en tal agonía de espíritu que su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre. Lucas 22:41 – 44 (NTV)
Estamos entrando en la Semana Santa, la semana en la que recordamos y celebramos la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesús… Es a veces tan fácil coger esta semana simplemente como una semana de vacaciones, pasar por la rutina común de ciertos cultos en la iglesia, ciertas celebraciones, etc. pero sin realmente recordar lo que significa este gran evento que recordamos. En estos versículos podemos ver la gran agonía de Jesús… A veces se nos olvida o no tenemos en mente que el lograr nuestra salvación no fue algo sencillo para Jesús. Creemos que, como Jesús era Dios y sabía para qué venía a la tierra, entonces era “pan comido” para El el ir a la cruz, pero NO. Jesús sufrió, a El le dolió esto, El tuvo que cargar tu y mi pecado, El agonizó, El sufrió, fue abandonado tanto por sus amigos como por Dios… El en estos versículos oraba por no tener que pasar por el sufrimiento, pero por AMOR por ti y por mí prefirió sufrir, pasar por esta agonía, que permitir que nunca pudiéramos tener comunión con El y estar con El por la eternidad. Así que en esta semana, recuerda cuanto tuvo que sufrir Jesús, y fue por ti y por mí, por amor… Apreciemos de manera nueva la salvación que El nos regaló… No la tomemos a la ligera, y ¡no la secuestremos! Compartamos esta salvación gloriosa con todos a nuestro alrededor. ¡Gracias Jesús por sufrir para que podamos tener comunión contigo!!
Escrito por: Rebekka Otremba