Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el templo, intentaron matarme. Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder. Hechos 26:19-22
Uno de los aspectos más interesantes de la vida de Pablo, es que antes de su conversión era un perseguidor de los hijos de Dios y de su iglesia; en otras palabras, iba en contra de todo lo que se refería al reino de Dios. Pero sucede que cuando se le presenta el Señor mientras iba de camino a Damasco, le es dada una orden, una directriz, un llamado o como queramos llamarle, y Pablo no antepone su vida anterior para negarse a lo que le fue ordenado, sino que obedeció.
Cual sería nuestra actitud hoy si Dios, con todo y el conocimiento que tenemos de él y de su reino, nos hace un llamado? Algunos le han servido a Dios toda la vida, pero puede que nunca hayan desarrollado el trabajo para lo que fueron llamados.
Probablemente para que obedezcamos a ese llamado, tendría que venir una luz del cielo que nos deslumbre y que nos haga caer al suelo impactados. Puede que por esta razón muchos se quedaron con la idea de hacer algo para Dios, y otros ni siquiera han empezado a hacer algo para Dios.
Si sientes que aun Dios no se ha aparecido en tu vida llamándote para algo en particular en su reino, puedes empezar a obedecer a esta gran visión: comparte en todo lugar, y a todas las personas, lo que Dios ha hecho en tu vida.
Bendiciones