Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. SALMOS 84:5
Mantener nuestras fuerzas en Dios nos da la garantía de que habrá un impulso constante que nos ayudará a no desfallecer en los momentos de mayor debilidad. Este impulso constante en nosotros es la permanente presencia de Dios que nos da la capacidad de afrontar los caminos más duros.
Nuestros puntos más fuertes son los que muchas veces se ven más atacados.
La fe desfallece en la medida en que confiamos en lo que tenemos y podemos alcanzar, pero dichoso es aquel que confía en la providencia de Dios y se deja guiar por la senda que él ha trazado. De ésta forma es que la fe se ve fortalecida. Mantenernos en el camino de Dios es permitirnos ser llevados de la mano del Padre y dejar que él lleve nuestra carga.
Andemos por la senda correcta, que el Señor nos dará descanso y fuerza para seguir adelante. El debe ser nuestra fortaleza!
Bendiciones.
Michael Madriz