“No dudes en momentos de oscuridad lo que Dios te ha dicho en la luz”
Salmos 23:4
Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
En nuestro caminar diario lo único constante es que vendrán cambios; lo que hoy vivamos pasará sean alegrías o tristezas, todo pasará. Por esto se requiere saber atesorar las alegrías y saber enfrentar las tristezas, porque ambas llegarán. Dios está dispuesto a sostenernos en las buenas y en las malas ahí cuando ya no tengamos fuerzas para avanzar. Especialmente en situaciones difíciles donde la tristeza y desesperación nos agobian y no sabemos qué hacer, como seguir cuando el dolor es tanto y tan profundo que nos paraliza, ahí es donde debemos refugiarnos en el Señor y dejar que Él sea nuestra fortaleza. Recordar sus promesas y las muchas bondades para con nosotros.
Pero, ¿sabes que es lo realmente importante? Es que no importando la situación que enfrentemos que nuestra relación con Dios permanezca. No es buscarle solo en momentos de prueba o escasez y olvidarle en la abundancia. Así como el amor de Dios por nosotros es fiel a pesar de todo; debemos corresponderle y que nuestro amor por Él permanezca.