Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo. Hebreos 1:1-2
Dios, motivado por el amor, y dirigido por la divinidad, sorprende a todos. Se hace hombre. En un misterio intocable, se disfraza como un carpintero y vive en una polvorienta aldea de Judá. Determinado a probar su amor por su creación, camina de incógnito en su propio mundo.
Las manos encallecidas tocan heridas, y sus palabras compasivas tocan corazones.
Pero, hermoso como fue este acto de encarnación en su comienzo, no lo fue así en el cenit. Como un pintor maestro, Dios reservó su obra de arte hasta el fin. Todos los anteriores actos de amor lo habían conducido a éste. Los ángeles se detuvieron y los cielos hicieron una pausa para contemplar el final. Dios corre el lienzo y el último acto de compasión creativa es revelado.
Dios en una cruz. El Creador siendo sacrificado por la creación. Dios convenciendo al hombre una vez y por todas de que el perdón todavía sigue a la falta.
Escrito por Max Lucado